Yamas #1 AHIMSA
AHIMSA -no violencia-
Dejar de dañar a los seres con los que interactuamos, ni física, verbal o psicológicamente. Eso puede empezar con uno mismo, hasta volverse natural de modo que se expande a las personas que te rodean, no solo aquellas que quieres, también a las que cruzas por tu camino al trabajo, a la escuela, o por tu casa. Es una forma de ampliar el respeto que tienes por tí mismo hacia los demás.
En lo personal, entiendo este yama como respeto. Recuerdo hace un par de años acudí a una conferencia con una gran maestra de meditación de la Organización Brahma Kumaris, mientras tomábamos el desayuno ella amablemente nos hacía preguntas y una de las preguntas fue: ¿Que es mas importante para tí, el amor o el respeto? Yo me quedé pensando y respondí que el amor. Para mí hasta ese momento el amor ocupaba el lugar #1 en mi personal escala de valores. Ella al escucharme respondió, el respeto es mas importante. "No puedo decir que te amo, porque apenas te conocí hoy, te estaría mintiendo si lo digo" "Pero te respeto y de ese gran respeto que siento por tí nace una curiosidad por conocerte y quizá mas adelante te quiera, pero por el momento, te respeto". Para mí, esa es la esencia de la no violencia.
Si logramos tratarnos unos a otros con verdadero respeto, en consecuencia cesaría la violencia. Esta muy insertada en nuestra cultura la idea de "amar al prójimo como a uno mismo" en algún momento de la infancia a todos nos lo dijeron, desafortunademente nunca se acompañó de enseñanzas sobre como amarse a uno mismo y si ésto resulta dífícil describirlo como adultos, no sé como lo entenderán los niños, a mí desde siempre me confundía un poco esa idea porque cuando mi hermano me molestaba y salía corriendo yo no me quería ni tantito, lo que quería y hacía era perseguirlo hasta satisfacer mi sed de venganza.
Esto me hace recordar otra historia, ésta la contó Masterji:
"Había una vez en un pequeño pueblo, un maestro de yoga que todas las mañanas abría su escuela. Un día una serpiente se metió accidentalmente en el salón se escondió hasta el fondo, empezaron las clases y poco a poco se interesó por las cosas que enseñaba el maestro. Así fue como aprendió lo que eran las asanas, como podía respirar, lo que eran los yamas, la meditación, en fín, con el paso de los días la serpiente empezaba a sentirse mejor con ella misma y le dieron ganas de salir a pasear por el pueblo. En las calles, ella caminaba orgullosa y campante, pero las personas le arrojaron piedras mientras cruzaba las veredas hasta que ya no pudo soportarlo y huyó nuevamente al salón del maestro.
A la mañana siguiente el maestro la vio echa bolita en el fondo del salón, llena de heridas, triste y solitaria. Se acercó y le preguntó:
- "¿Pero que te ha pasado?"
- "Ayer salí a dar un paseo, quería estar con las personas, saludarlas, ver que pasaba afuera, ellas me apedrearon y como usted dijo que no las lastimara, pues simplemente agaché la cabeza", contestó la serpiente.
- "Entiendo, yo dije que no lastimaras, pero nunca te pedí que dejaras de sisear".
Me gusta esta historia. Hay que evitar la violencia, eso no significa que hay que ponerse de tapete.
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