Cuidando tu cuerpo en la practica de ásanas.

El cuerpo humano sería tan sólo, sin la consciencia, como un caballo sin el jinete, sería tan sólo un bello animal. Es en este animal hermoso en el que habitamos en nuestro paso por esta vida, un sistema orgánico que merece un respeto y cuidado minucioso pues nos transporta y manifiesta en este plano, siendo además nuestro medio de conexión al mundo físico. El cuerpo puede ser modificado, le podemos enseñar a que nos escuche y que se mueva controladamente, que se mueva como le pidamos, puede hacer por nosotros cosas maravillosas y ayudarnos a experimentar aquí y ahora la maravillosa experiencia humana, para que esto suceda nos vamos haciendo cada vez más conscientes de nuestro cuerpo, vamos conectando poco apoco, con niveles más profundos y aprendemos a desplazar la energía en él; sin embargo, la comunicación debe ser en dos vías, debemos aprender a tener compasión por nuestro cuerpo escuchándolo cuando nos dice que algo le duele, o que ha sido suficiente, nuestro cuerpo también expresa las emociones por las que estamos pasando, se cierra en situaciones de estrés, se abre en alegría, duele en la pena. Ciertas zonas recienten más las experiencias que vivimos como la cadera, rodilla, hombros, espalda baja, entonces no sólo es cuidar técnica en posturas sino también el trabajo interior de cada practicante para aprender a reaccionar ante la vida de manera diferente.

 

 Muchos de nosotros no comenzamos nuestra práctica siendo niños sino más bien, en una etapa en la que nuestros cuerpos ya habían madurado de la forma en que le habíamos moldeado con deportes y actividades que practicábamos, además de la genética individual que cada uno de nosotros posee y que nos permite ser de manera natural más o menos abiertos de cadera, más o menos flexibles, más o menos fuertes que los otros. Con este cuerpo ya desarrollado comenzar a practicar te sitúa en tu realidad mental y corporal. Es aquí donde la mayoría que comienza en este bello viaje, al tratar el ego de llevar al cuerpo  más allá de lo que está listo para hacer, puede caer en lesiones, pues al ser un cuerpo ya desarrollado tiene vicios posturales y de movimiento que deberán ser erradicados para lograr una práctica segura. El cuerpo necesita reaprender a moverse de manera natural, es decir, armoniosamente, necesita prepararse para poder ir  cada vez más profundo dentro una postura y lograrse relajar dentro de ella.

Cuando diriges la clase observar con cuidado y detenimiento a cada uno de nuestros participantes es de vital importancia, pues de esta manera podemos descubrir problemas que pudieran tener  en articulaciones o grupos musculares de su cuerpo y así ayudarles a que su práctica sea sin lastimarle más, sino todo lo contrario, que su práctica sea primero con el propósito de llevarlo a una rehabilitación del área en la que tuviese el problema.

En general cuidar la alineación de las articulaciones y grupos musculares es fundamental para no generar lesiones en ese momento o a largo plazo, pues el desgaste constante de una articulación es totalmente destructivo par la misma. Este cuidado de la alineación tiene que ver con la lógica de la anatomía corporal, es decir, buscamos que cada articulación se encuentre armoniosamente alineada con la anterior.

Poner cuidado en que el dirishti o punto de observación sea funcional, es decir, que el dirishti sea la pincelada final que hace de una simple pintura una obra de arte, utilizando el punto de observación alargamos la columna, abrimos el pecho, giramos desde el ombligo, nos agarramos del mundo.

Observar el cuerpo como una unidad es perfecto sin olvidar dos áreas que son especialmente delicadas  y que en una gran variedad de posturas son puestas a prueba, me refiero al área lumbar y las rodillas, las vértebras lumbares son las vértebras que tienen mayor movilidad y por lo tanto son las más delicadas y que utilizamos  constantemente en posturas como guerreros, tadasana, prasarita y demás. Cuidando estas dos partes del cuerpo te ayuda a cuidarlo todo, busca observar siempre que estas dos partes estén seguras al no comprometerlas mediante una postura inadecuada.

Como instructores somos solamente una herramienta de algo más grande por lo tanto busca inspirar a los demás a que respeten el proceso en el que se encuentren sus cuerpos, a que lo disfruten, a que estén presentes, a que escuchen la inteligencia corporal que todos poseemos y sobre todo que escuchen a su maestro interno que humildemente acepta el instante en el que es y se manifiesta viviendo en eterna continuidad.

Se presente y disfruta.

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