Me dediqué a trabajar por necesidad, a comer por frustración, a tomar hormonas para alcanzar mi sueño de la vida...
Empezar de nuevo....
Cada día desempacamos nuevas historias, andamos por nuevos caminos y muchas veces esos caminos nos alejan de quién en realidad somos. Sin darnos cuenta, dejando que el inconsciente opere, nos vamos transformando de manera en personas que dejamos de reconocer ante el espejo. Quienes nos rodean notan esos cambios, sin embargo, motivados por el respeto, por pena o por razones que sólo ellos conocen observan en silenciosa complicidad.
Eso fue lo que me sucedió. Mis problemas se convirtieron en mis razones de vida. Gradualmente me fui transformando en una persona callada, reservada, dejé de mirarme al espejo pues lo que veía no me gustaba para nada. Me dediqué a trabajar por necesidad, a comer por frustración, a tomar hormonas para alcanzar mi sueño de la vida. Ensimismada, en este torbellino de quehaceres, me olvidé por completo de lo que me hacía feliz.
Un buen día,por recomendación médica "tuve" que volver a hacer ejercicio, Empecé aburrida sin ganas, era una carga que no disfrutaba en lo más mínimo. Procuraba ir al club y ejercitar cuándo había menos gente, deseaba estar a solas para seguir cargando con mis problemas.
Entre ir y venir, entre los buenos días y buenas tardes, en una ocasión una señora se acercó a mi y me dijo "lo que tu necesitas es practicar yoga,creo que te vendría muy bien" Accedí, aunque con cierto esceptisismo, sobre todo porque tenía una vieja lesión en el talón y ella insistía en que el yoga me sanaria. Desde la primera clase tuve 2 retos, en primer lugar, enfrentarme a un salón lleno de personas y en segundo, tener que verme en el espejo..damn!! Cómo olvidar, lo estresada que estaba ese primer día,
Al dar inicio la clase, recuerdo con vividéz esa incómoda sensación de sentirme fuera de lugar, por otro lado me sorprende que hasta el día de hoy no recuerdo el momento exacto en que mi mente se aquieto y se quedó en silencio, SILENCIO, por primera vez en muchos años experimenté un descanso mental y un alivio tan grande que no me importó despertar al día siguiente con la sensación física de haber sido atropellada por un camión.
Ese día algo cambió en mi interior, encontré una fuerza que me empujo a desear fervientemente retomar la dirección que llevaba, buscar el camino que me guiara a esa sensación de silencio y descanso mental. Con mis casi 98 kilos de peso, mi 1.60 de estatura y mis 38 años de edad, decidí empezar de nuevo... Un día a la vez, para volver a encontrar a esa mujer que en uno de tantos caminos de la vida se perdió.