Encontrar una alternativa real y comprobable para el tratamiento de adicciones o de individuos con afectaciones inmunológicas a través de una práctica física y de concientización; resulta ser un tema de suma relevancia.
El enfoque científico del Yoga y la práctica frecuente de una disciplina física y mental hace que los beneficios sean comprobables; al tiempo que presentan una enorme posibilidad de generar una aportación social a través de la enseñanza o el compartimiento de dichas actividades en las poblaciones afectadas.
En el mundo científico son ampliamente reconocidos los beneficios que aporta un plan de ejercicios regular al individuo practicante, a través de los cuales el metabolismo se regulariza y el sistema cardiovascular se fortalece. Pruebas psicológicas soportan el hecho de que la actividad deportiva ayuda a reducir la depresión, la fatiga, el estrés o el enojo; incrementando las percepciones de vigor y autoestima.
En el caso del tratamiento de adicciones o de personas con problemas en el sistema inmune; el ejercicio permite desarrollar un enfoque claro en la salud, en lugar de mantener un enfoque en la enfermedad. El estrés provocado por la ansiedad de encontrarse en la enfermedad puede mermar de una manera cualitativa la salud de los individuos.
A nivel físico; existen posturas o asanas indicadas de manera particular para promover el flujo de la energía, la flexibilidad o el trabajo sobre determinados órganos; lo cual ayuda a mejorar la circulación sanguínea y la liberación de toxinas acumuladas por la ingesta de medicación; como en el caso de tratamientos antirretrovirales. También ayudan a mejorar la fuerza corporal e inducir el apetito.
El yoga, siendo un sistema holístico e integral ayuda armonizar psique y físico; fortalece al sistema endócrino-inmunológico y coadyuva a reducir el estrés mental y físico provocado por dichas afectaciones. Las sensaciones de miedo, frustración, aprensión y desesperación; que en ocasiones parecen infranqueables, se van volviendo menos lejanas y más manejables por el individuo mediante la concientización del proceso respiratorio y del control de ansiedades ante la dificultad que presenta el desarrollo de las posturas físicas.
La práctica de una atención consciente de manera regular o a enfocada a través de la meditación ayuda a la mente a centrarse en el momento presente, incrementando la capacidad para ser receptivos e identificar las propias sensaciones y pensamientos, creando una sensación de contacto directo con la experiencia.
La meditación se ha practicado en tratamientos hospitalarios en todo el mundo para mejorar la función inmune durante condiciones de salud como SIDA, cáncer, etc. Se ha encontrado que la meditación es benéfica para disminuir el ritmo cardíaco, los niveles de colesterol causados por el estrés, reducir los radicales libres que causan enfermedades en el cuerpo, reducir la hipertensión y los niveles de colesterol entre otros padecimientos.
Por último, una práctica física habitual provee una arena para la inclusión social y soporte entre comunidades que presentan los mismos padecimientos, demostrando que ni la adicción ni la enfermedad representan el "fin del mundo".
Al denotar dedicación a una actividad determinada surgen acciones de ayuda común o desinteresada, como sería el caso de los voluntariados, en donde se sobrepone el interés común a los intereses individuales.