Yoga es un proceso no un resultado.[1]
Actualmente encontramos la opción de yoga como una actividad física más o un deporte entre las ofertas de casi todos los gimnasios. Si bien al practicar yoga el cuerpo físico empieza a tener beneficios casi inmediatos, es un desperdicio quedarse con una idea distorsionada de lo que es y perderse de la experiencia profunda que puede brindar la práctica de yoga.
A veces, iniciamos a practicar yoga como si fuera un deporte en el que hay niveles que completar, medallas que ganar, exhibiciones que celebrar. Sin ninguna connotación negativa, todo lo contrario, creo que tanto los niveles de desempeño físico, las competencias y demostraciones pueden convertirse en una motivación, incentivos positivos , llenarnos de energía y propósitos o metas que alcanzar que, en su momento y espacio, pueden ser un escalón para el desarrollo de nuestra personalidad.
Sí, los deportes y sus competencias pueden tener una función muy positiva en nuestra vida. Además del beneficio en la salud que genera la actividad física regular, para quienes han practicado algún deporte y participado en torneos -si encontraron el lado positivo- seguramente habrán disfrutaron y experimentado motivación, superación y experiencias constructivas para su vida, tanto en su proceso de desarrollo individual como en en relación a los demás si practicaron en equipo.
Esto puede contribuir a cubrir sanamente ciertas necesidades, en distintas etapas de la vida, pero estando insertos en una cultura que sobrevalora la competencia y el "éxito" es fácil caer en la falsa búsqueda sin fin de resultados inmediatos, de evidencia que podamos mostrar a los demás para probar que hemos mejorado o que somos "los mejores".
Cuando este impulso se convierte en ansiedad por "ganar" y construimos nuestra seguridad o autoestima desde los "logros", ningún deporte será suficiente y practicar yoga será una fuente de frustración.
No hay que pedir peras al olmo, porque practicar yoga ofrece muchos beneficios pero si buscamos sólo mejorar nuestra condición física y capacidad aeróbica, otros métodos resultan mucho más eficaces. Si buscamos el reconocimiento externo y ser el centro de atención en una exhibición, otras actividades o deportes son mucho mejor alternativa.
Vale la pena explorar y probar qué es lo que cada quien necesita, en cada momento, porque no hay recetas ni soluciones mágicas. Además, lo que nos funcionó en cierta etapa puede ya no ser tan útil como antes. Nuestra evolución y desarrollo de la conciencia es un movimiento continuo, si nos aferramos a algo -por más bueno que sea- termina por dañarnos.
Sin duda podemos combinar la práctica de yoga y cualquier deporte, pero no hay que confundir lo que puede o no aportarnos cada uno.
Al entender esto desde el inicio, se disfrutará la práctica de yoga como un camino a recorrer y disfrutar, más que como un destino que al que tenemos que llegar. Más que un deporte es una práctica de vida, un proceso que si se vive en el presente, siempre revela nuestra belleza como seres humanos, nuestro potencial y lado luminoso. Practicar en el aquí y ahora, sin importar si somos principiantes o practicantes de tiempo atrás, nos conecta con nuestra naturaleza profunda, abre el corazón de nuestro propósito más elevado, se convierte en una experiencia sanadora que celebra lo que somos en un abrazo amoroso de completa aceptación que ayuda a fluir y experimentar lo que es, sin angustia ni ansiedad.
Esto nos libera de la necesidad de estar comparando nuestra condición, destreza y capacidad de realizar ciertas posturas, nos empuja a adentrarnos en una práctica que toca nuestro ser más allá de nuestro cuerpo físico, es posible iniciar el recorrido de un camino individual que no depende de referencias externas y empieza la búsqueda de una verdadera guía en maestros que comparten desde la profundidad de la enseñanza y no de quienes se quedan en las formas. Así, inesperadamente, se abre una ventana de oportunidad para recibir la sabiduría ancestral que guarda, porque como dice el maestro B.K.S. Iyengar, el yoga es un arte, una ciencia y una filosofía que afecta a todos los niveles de la vida humana, tanto física, mental como espiritualmente. Es un método práctico para dar sentido a la propia vida y convertirla en algo útil y noble.[2]
Entonces, la ejecución de ciertas posturas en el tapete es sólo una parte, más bien lo relevante transcurre a la par de nuestra vida cotidiana. Ahí donde tenemos la oportunidad de respirar y vivir en conciencia, en conexión y en congruencia con nuestro verdadero ser, con respeto y aceptación de los otros, inmersos en el asombro de la totalidad.
Cuando extendemos esta conciencia a nuestra vida, entonces sí, cualquier deporte, actividad o situación se vuelve una maravilloso oportunidad para verdaderamente practicar yoga.
[1] Espinosa Jorge, Ignacio Simmons, Vinyasa Krama Manual para el practicante, Yoga Kiai, 3ª Edición, octubre 2012.