By Gabriel Sánchez Bacelis on Jueves, 05 Julio 2018
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OSHO, AMLO y el club de la perdición (Sobre el documental Wild Wild country)

Hace tan unos días fue electo bajo el apoyo del 52 por ciento del padrón electoral un nuevo presidente para México, AMLO. ¿Qué tiene en común con Osho? Resulta que a López Obrador no solo se le reconoce como un líder social, es también considerado por muchos de sus seguidores como un líder con tintes espirituales. Ahí su mayor debilidad o quizá fortaleza.

Es importante decir a mis lectores que al escribir estas líneas no puedo evitar ser influido por mi profesión como periodista, pero tampoco me puedo deslindar de ser instructor de yoga. No cabe duda que tanto mi profesión como mi pasión por el yoga me crean un panorama del que me siento orgulloso como ser humano.

Todo fanatismo es un exceso. No es raro que en una sociedad tan conservadora, racista y puritana como lo son los  Estados Unidos hayan hecho de la figura de Osho un demonio que amenazaba el Status Quo de toda una sociedad reflejada en el pueblito Antilope en el estado de Oregon.

Para estas alturas muchos detractores de López Obrador, siguen sorprendidos con el resultado de las votaciones del 1 de julio del 2018. Que si nos va a convertir en Venezuela, que si impedirá la construcción del nuevo aeropuerto en Texcoco, que si llevará la economía a la quiebra. ¿Es Andrés Manuel un lobo con piel de oveja? ¿Era Bawan (osho) un demonio disfrazado de místico?

El documental wild wild country muestra la luz y la sombra de este filósofo Indú y su travesía por los Estados Unidos al fundar una comuna en un pueblo árido y olvidado carente de glamur. Lo que un servidor ve reflejado es un verdadero viacrucis que termina sacrificando al líder carismático.

Confieso que desde hace mucho tiempo soy un lector de los ensayos de Osho y que jamás había conocido la tenebrosa historia de la comuna fundada en nuestro vecino país. Un punto es cierto, los sanyasins no desean que esa parte tan controvertida de Bawan sea conocida por sus seguidores.

Había escuchado de varios amigos que Osho había sido inmensamente rico, que tenía Rolls Royce e inumerables juegos de rolex. Pero jamás, jamás se me había contado cómo o donde había amasado tanta riqueza. Confieso que hace algunos años cuando salió la colección de las pláticas de Osho en las tiendas, la compré, pero hasta hoy sé que ese hombre en esa silla era custodiado por dos guardias con AK-47, que jamás aparecen en sus videos, solo en el documental.

Por el contrario hoy escuchamos a un AMLO que no viaja con escoltas en uno de los países más peligrosos del mundo. Un Andres Manuel que viaja en un carro mediano sin blindaje alguno y que alega que el pueblo lo protegerá. No desea guaruras a su alrededor, “ustedes me cuidarán” les dice a los reporteros de la fuente.

La historia de Wild Wild Country es explicada a través de la voz de una mujer indú, ni más ni menos que Shila, ungida desde jovencita por el filósofo Indú con la tarea de buscar un lugar para establecer la comunidad de los Rashnis, como ellos más tarde se llamaron.

¿A quien no le daría miedo que en su colonia llegaran ordas de gente vestida de un solo color siguiendo fanaticamente a un tipo con un turbante en un Rolls Royce? La historia de Bawan no se podría entender sin Shila, como la historia de Sansón no se podría entender sin Dalila.

 Curiosamente Beatriz Gutiérrez Müler, esposa de AMLO, ha dicho que no le interesa ser la primera dama, que lo suyo no es la política. Bien por ella. Creo que detrás de esa decisión está el conocimiento de lo que ocurre a las mujeres que están cerca del poder por azares del destino.Â

 Y esque el documental trata de equilibrar el juicio que los estadounidenses hicieron de Shila y su sequito “maldito” que trató de asesinar al médico de osho y al procurador de justicia de los Estados Unidos. Durante los seis capítulos tenemos la visión de los miembros de la “secta” por un lado, la visión de los que conocieron a shila por los medios de comunicación, la visión del mismo Bawan y por último la visión de la justicia estadounidense.

 Pareciera como si admirar a un hombre como dios causara una maldición en cualquier ser humano. Espero este aspecto no sea uno de los mayores obstáculos de nuestro próximo presidente, tan solo en uno de los mítines que me tocó cubrir uno de los organizadores decía que López Obrador era un “teólogo”. Sea lo que eso quiera decir, la gente se acercaba a AMLO como si fuera una especie de líder religioso: gritaba, lloraba y lo tocaba cual San Judas Tadeo el 28 de cada mes en san Hipólito.

 Pienso que la parte final de la vida de Bawan fue triste, que sufrió el escarnio público, que se rodeo de muchos intereses que no tenían que ver con la espiritualidad. Lo mismo ocurre con Andrés Manuel, muchos políticos del viejo régimen están en sus filas, él los aceptó a todos. Lo mismo ocurrió con la comuna de osho cuando invita a todos los vagabundos a unirse a la comuna, luego no sabían como deshacerse de ellos.

Es un hecho atroz saber que los dirigentes de esta “secta” hayan sido capaces de envenenar con salmonela a todo un pueblo, con el fin de que no fueran a votar el día en que se decidía la permanencia de la comuna. Y espero que no lleguemos a estos extremos el día en que se haga el plebiscito o consulta a la mitad del sexenio de López Obrador. En verdad le deseo a nuestro próximo presidente que sea guiado por la sabiduría, la sensatez y muestre siempre que no es un Dios sino un ser humano.

 
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