Escribir algo que no sea relacionado al problema que representa el covid-19 en nuestro mundo me resulta complicado en este momento, porque sin lugar a dudas es un tema que en mas de una ocasión al día cruza por mi mente y ha estado presente de esta manera por más de 3 semanas, tanto así que incluso redactar este texto se vuelve hasta cierto punto una especie de catarsis que permite ordenar mis ideas y opiniones al respecto; no sólo porque esta amenaza ha venido a cambiar las rutinas, reorganizar las agendas o modificar los planes que quizás habíamos elaborado desde hace meses; sino porque el covid-19 ha venido a transformar nuestras vidas y en un anhelo muy personal, su impacto de transformación ha venido para quedarse.
"Opportunuty lies in the middle of difficulty", señaló en alguna ocasión Albert Einstein, y es una cita que expresa de forma concreta mi opinión acerca de la situación actual, porque en medio de todo el caos económico y social por el que atravesamos, yace entre otras cosas, la oportunidad de modificar la conciencia global de las personas, esta oportunidad que ofrece la cuarentena en una especie de arresto domiciliario y que se presenta frente a nosotros, es tan grande pero al mismo tiempo tan única que no sólo nos ofrece la posibilidad de aprovechar el tiempo para abandonar nuestras costumbres y modificar nuestros hábitos, de sentir, percibir e interactuar con el mundo y con nosotros mismos de forma distinta. De repente, sin que nadie diga una palabra, no hay teatros, no hay fiestas, no hay viajes, no vamos a ningún lado y nos hemos liberado de nuestros hábitos y costumbres y no tenemos a muchos lugares a donde ir, o donde distraernos de nuestros mismos pensamientos.
Para todos los que hemos practicado Yoga y profundizado en la práctica en mayor o medida, hemos descubierto desde antes, que más allá de las retadoras posturas y ejercicios de respiración, lo que sucede adentro de ti, particularmente hablando de tu mente, es lo que da sentido a la práctica del Yoga. Es aquí en donde precisamente el Yoga se ha vuelto una herramienta poderosa en la vida actual de muchas personas que, ante el encierro y el distanciamiento social, ya sea por el tiempo disponible, por recomendación de alguien más e incluyendo aquellos que ya practicaban con anterioridad han comenzado a conocer y entender mejor algunos de esos beneficios que ofrece la práctica ante situaciones como la que anteriormente se describió.
El origen del Yoga data de hace cientos de años, y en los textos en los que encontramos algunos de los fundamentos de su enseñanza, como lo son los Yoga Sutras de Patanjali, se menciona éste poder que existe en nuestra mente para navegar entre nuestros pensamientos y calmar los vrittis (o tendencias errantes y revoltosas de nuestra mente), no controlar, restringir o dominar la mente, si no minimizar los obstáculos para alcanzar a reconocer y disminuir estas distorsiones mentales; con ello poder entender las cosas que suceden a nuestro alrededor y poder actuar de forma ecuánime y coherente con quien somos realmente.
En ocasiones se está tan atrapado en los hábitos, la rutina, las ideas del "deber ser" o "deber hacer", que realmente comenzamos a creer que de eso se trata la vida; ir a la escuela, al trabajo, a fiestas, teatro, al gimnasio, de compras, y dejamos de actuar por quienes somos, nos dejamos envolver por estas condiciones o distorsiones que no nos damos cuenta de que la vida ofrece más que todo eso; y hoy es la vida misma quien nos pide detenernos y nos obsequia un momento para afrontar de cara esos supuestos.
Así pues, su "magia" o beneficios no radican en un secreto o una iluminación que surge después concluir diferentes series de posturas contorsionistas u horas de silencio meditando a través de mantras en idiomas que incluso podemos desconocer, su poder se basa en el objetivo de mantener una mente estable (mas no en blanco) y aprender a ver las cosas por lo que en realidad son, o como diría Pantanjali en los Sutras: yogash-chitta-vritti-niro-daja tada dras-tu s-varupe- a-vas-ta-nam.
La práctica de yoga nos ofrece un ejercicio de introspección y de entrenamiento de la mente para hacerla más resiliente ante las amenazas (hábitos, deseos, prejuicios, aversiones, apegos…) y eliminar las tendencias a la corrupción del equilibrio en que trabaja, transformando lo que ve y lo que siente.
Repentinamente nos encontramos ante una amenaza global a la que no se le ha encontrado una solución, no sabemos a qué nos enfrentamos, ni sabemos cómo responder; y es muy bueno para la mente y el alma, que nos recuerden que aún no hemos domado el universo; y en ocasiones, tendremos la fortuna de reconocer frente al encierro, que ni siquiera nos hemos conquistado a nosotros mismos y todavía tenemos un largo camino por recorrer.
La ruptura de los hábitos, que este virus está trayendo al mundo, es una oportunidad fantástica de aprender en la medida de nuestras posibilidades, sabemos que no todos atravesaremos por este periodo en las mismas condiciones, pero en alguna proporción que desconozco tendremos la oportunidad adaptar los hábitos que hemos intentado o planeado cambiar durante años. Ahora tenemos la oportunidad perfecta en la que, de todos modos, todo está cambiando.
Poco a poco los eventos recientes nos alientan a pensar dónde invertimos nuestra energía, cómo la invertimos y para qué la invertimos; otro de los fundamentos del Yoga que cita Patanjali en los Sutras y de alguna manera me permite sentir que el mundo va ser un lugar mucho mejor tan pronto como esta etapa termine.
Estamos madurando como especie humana y eso es algo magnífico, y al mismo tiempo, reconocer que la situación actual no es una advertencia, ni un castigo, o el día del juicio final, si no entender que esto va a pasar y nos vamos a encontrar en un mundo más limpio, más sano, más noble en muchos sentidos, me permite hasta cierto punto agradecer el cambio que estamos enfrentando.
Ahora es el momento de entender lo que sucede en nuestro interior, pensar en nosotros, estar más vivos, más entusiastas, y permitirnos conocer un poco más acerca de nuestra misión y nuestro propósito.
Namaste